“Para muchos, los nacatamales son una comida rica que se come en Navidad, pero para mĂ es mucho mĂ¡s que eso…es una ceremonia! Desde que era pequeña, mi tĂa ha hecho los mejores nacatamales, y el proceso es de admirar. Todos en Olancho los esperĂ¡bamos con ansias! Mi tĂa y sus ayudantes (yo incluida) nos levantĂ¡bamos a las 4 de la mañana y asĂ empezaba el mejor dĂa del año. En la olla mĂ¡s grande que se puedan imaginar, mi tĂa comenzaba a mezclar la harina con sus ingredientes secretos. Mientras la masa hervĂa en el fogĂ³n, los ayudantes preparĂ¡bamos el largo mesĂ³n de madera con todo lo que llevarĂan los nacatamales. Y luego, comenzaba el arte de armarlos, envueltos de una manera tan especial. DespuĂ©s de unas horas a fuego lento, por fin estaban listos para comer, perfectos! Para mĂ, sigue siendo el proceso mĂ¡s elaborado que he visto. No solo los comemos en Navidad, sino que simbolizan un acontecimiento especial para la familia. Los hacen tres veces al año, y cada vez que hay nacatamales hechos por mi tia, significa que algo importante se estĂ¡ celebrando.”
 The popularity of these filled, steamed corn-cakes makes them by far one of the staple treats of our land. They are a special-occasion food and are most often served as a Sunday morning meal or at Christmas and large celebrations.  A pre-Hispanic food ritual that has endured throughout history, the tamal has taken various forms, but this is the king of them all: packed with ingredients including chicken or pork, olives, capers, carrots, potatoes, and achiote. The bundle is wrapped in plantain leaves, tied with twine, and boiled in water for a couple of hours.  A must-try for everyone, it’s a complete meal, put together by meticulous hands through hours of labor, and wrapped with lots of love!